El sábado 2
de agosto de 2014 , nos juntamos la llamada “Quinta del 64” o lo que es lo
mismo todos los nacidos dicho año en el pueblo o vinculados con él de una
manera especial.
Falto gente pero 27 “Quintos” logramos juntarnos y fuimos unos
50 en total en la celebración contando como bien dice Dori con “el
acompañamiento”.
No me quisiera confundir en cifras pero me cuentan que ese año
nacimos en el pueblo más de 40 chicos y chicas a los que tenemos que sumar los
llevados a nacer a los hospitales de Valladolid por que como decía el bueno de
Gila “No nacemos donde queremos sino donde nos llevan a nacer”.
Es importante que las costumbres propias de cada
pueblo perduren y no se dejen morir y así se está consiguiendo con el empeño y
trabajo de muchas personas para que estas sigan pasando de generación en
generación.
De unos años
para acá se ha incorporado también la costumbre de hacer un día de celebración
a mitad de verano en la que se juntan los quintos y sus parejas para pasar un día
de celebración y de reencuentros. No soy yo mucho de estas celebraciónes pero
tampoco me opongo a ellas por lo que cuando me avisaron lo agradecí e hice lo
posible para poder asistir.
Fue un
bonito día donde pude volver a ver a gente que hacía más de 30 años que no veía
y aunque alguno se me despisto si recordé a la mayoría como creo que ellos lo
hicieron conmigo.
El guion del
encuentro comenzó a las puertas del Ayuntamiento a las 12´30 h. para
posteriormente dirigirnos a nuestro paseo de “La Muela” marco incomparable para
retratarnos una y otra vez, solos unas veces y con el “acompañamiento” otras.
Posteriormente y tras cerciorarnos de que aunque pasen los años las vistas
desde allí no han perdido un ápice de belleza nos dirigimos a tomar el
aperitivo al llamado “bar de los Jubilados” que cojones tiene la coincidencia.
Seguidamente comida en la terraza de la
discoteca de un riquísimo lechazo de la tierra y el correspondiente baile post comida.
El tiempo
acompaño y no pudo haber mejor temperatura en la terraza, pero como no podía
ser de otra manera, también nos acompañaron aunque no fueron invitadas las
moscas autóctonas de nuestro pueblo, golosas, pesadas y empalagosas ellas sobre
todo a la hora de los entrantes y que nos hicieron desarrollar todo un frente
de medidas para combatir su visitas sobre nuestros alimentos.
Fueron unas
12 horas de reunión, risas, conversaciones y bailes, incluso de cantes que de
todo hay en este pueblo y quedamos emplazados para la celebración de los
“Quintos de los 100 años” aunque con la irrenunciable condición de que el
restaurante donde celebremos disponga de un lugar habilitado para dejar las
cachavas y que disponga de pasapurés para quien le vaya fallando la dentadura,
que de todo habrá, seguro.
La verdad es
que uno puede perder la identidad sobre
la ciudad en la que vive, incluso sobre la que nació pero que difícil es
perderla sobre su pueblo natal, no sé muy bien si por lo pequeño e inofensivo
que se le ve o por que otra razón. Gracias a Dios nuestros hijos siguen
teniendo ese apego y esa vinculación tan especial difícil de describir pero a
la vez tan intensa sobre nuestros pueblos y en este caso sobre nuestro querido
“CASTRONUÑO” donde yo por cierto, tuve la suerte de nacer.
Los que me conocéis
sabéis que me gusta “tirar fotos” y este pequeño articulo no le puedo acompañar
de momento de fotos del evento por aquello de que como bien dice un buen amigo
mío “no se puede joder y mear a la vez” y esta vez me toco estar frente a los
objetivos y no tras ellos, no obstante con alguna me hare y aquí la pondré.
Todo suele
ser positivo en estas reuniones, tanto que incluso a mi me animó a escribir
estas estas líneas, tan positivas son que incluso aunque el champán este
caliente como fue el caso, no falto quien grito “Que rico y que fresquito esta
el champán ”.
Un saludo.
Mauro Al