domingo, 26 de febrero de 2012

Un día en la piscina cubierta.


La mayoría de vosotros sabéis desde hace tiempo que no tengo una espalda para presumir.
Hace unas semana estuve en Madrid, en la clínica de la fundación Kovacs , especialistas en investigación sobre temas relacionados con la espalda. De ahí en más de una hora de charla con un doctor saque en claro unas recomendaciones que como los mandamientos se resumen en tres. Natacion, natación y natación para aburrir y junto con unos ejercicios en gimnasio reforzar la musculatura de la espalda.
Tío constante, si me considero por lo que dos semanas atrás empecé en la piscina municipal de la Victoria por ser la que mejor me cae al poder compaginarla con la recogida de mi hijo de sus entrenamientos.
La piscina y sus instalaciones son bastante majas, y siempre que he asistido durante estas últimas semanas, lo que me he encontrado ha sido, empezando por un vestuario en el que difícilmente he coincidido con más de dos personas y siempre de una edad parecida a la mía o menor. Posteriormente en el recinto interior de la piscina, mamas con sus beibis gozando como cosacas, maduritas recibiendo clases de aquagim, y chavales de distintas edades practicando natación, incluso niñitos de 3 y 4 años unidos a sus “churros” y pululando por toda la piscina sin ningún miedo. La mayoría de estas actividades en la piscina pequeña que es la escogida por mí, aparte de por qué esta el agua mas calentita, por ser más corta e ideal para mis primeras semanas. En fin como bien entenderéis en mi relato, describo un ambiente tranquilo y relajado.
Sábado 25 de febrero, tener que trabajar de tarde,” una de las cosas comunes que tienen los policías y las putas” era aprovechar la mañana para nadar un rato. Lourdes me aconsejo “si no quieres coger el coche, vete a la piscina de el barrio de pajarillos que te pilla cerca. Dar por bueno ese consejo y acercarme a la piscina de pajarillos me inspiro a escribir estas líneas.
Entrar en los vestuarios y pensar en encontrármelos semivacíos fue el primer chasco que me lleve, pues estaban atestados de “calamares” de más de 80 años que no tienen otra cosa que hacer que irse a contar batallitas y tampoco es que tenga yo nada personal con los “calamares”, es más, fritos me encantan y en su tinta llegan a emocionarme.
Echar una ojeada a la piscina pequeña y empezar a tener ardor de estomago fue todo uno. A un lado grupo de papis y beibis bañándose sin orden y digo papis pues mamis no había ninguna y al otro lado ¡¡oh Dios¡¡ un grupo formado por una docena de “cigalas” de más de un siglo de existencia y más de 120 Kg. por barba y digo bien eso de lo de barba. Llegue a pensar por un momento que me encontraba en una de las playas de mi “adorado” torrevieja en pleno mes de agosto y la comparo con torrevieja, pues en verano y más en invierno, es la ciudad de la 5ª juventud, abueletes, abueletes y mas abueletes donde debería de haber alemanas, alemanas y mas alemanas o brasileñas que lo mismo da.
Joder, pienso, ¿Qué hago? ¿Me meto en la pequeña con todos los tropezones que tiene, o lo intento en la grande que para mí a estas alturas quizás la encuentre un poco grande?
Pues nada con dos cojones a la pequeña, que algún hueco si encontrare insensatamente pensé yo. Si es verdad, que en una primera impresión me pareció que el grupo de “cigalas” hablaban entre ellas y miraban en mi dirección. Joder pensé yo, verdad es que el bañador recién estrenado es cortito y bonito pero no creí que por ahí fueran los tiros. Que era una confabulación para abortarme el baño en “SU” piscina lo confirme nada mas poder el culo en el agua y dar las primeras brazadas.
Tenían un plan y estaban dispuestas a llevarle a cabo hasta sus últimas consecuencias. Evidentemente el plan era echarme de sus dominios como más de una vez seguro habían llevado a cabo con algún incauto que como yo osó invadir su territorio. Los primeros largos fueron la confirmación de que su plan era perfecto y que su objetivo, osea “YO” no tardaría en desistir pues no era capaz de empalmar cuatro brazadas seguidas sin que un robusto obstáculo se impusiese en mi camino.
Fui consciente desde un primer momento que la batalla la tenia perdida y que era inútil luchar, por lo que con gran desanimo y con las orejas gachas encamine mis pasos hacia la piscina grande pues no era cuestión de volverme para casa y dar por perdido el día.
Si el agua de la piscina pequeña estaba calentita, meter un pie en la grande fue darme cuenta instantáneamente de dos cosas, primera: el porqué de las manifestaciones contra el alcalde por ordenar rebajar la temperatura del agua de las piscinas municipales cubiertas y otra recordar el porqué en un agosto la playa de Riazor en la Coruña tenia la arena llena de gente tomando el sol y nadie bañándose. Meter un pie en el agua y sentir un hormigueo que te subía para arriba por la pierna me hizo recapacitar el si merecía la pena intentarlo o desistir en ese primer momento. Después de una primera inspección ocular pude comprobar que desfibriladores no había y los socorristas eran todo machos, no obstante lo eche cojones y me dije “Mauro coño, ten cojones que en peores plazas has toreado”. Mentira, no recuerdo piscina cubierta con el agua más fría, ahora valiente si fui y veinte minutos si estuve aunque poco me paré por aquello de las congelaciones.
Resultado: Llevo toda la tarde echando mocos y acordándome de las picaras e inteligentes “cigalas” que con su plan lograron que en una tarde, gastara un par de paquetes de pañuelitos moqueros.
Por cierto un saludo muy especial para los que como yo y las putas, trabajamos los fines de semana por la tarde.
Un saludo:   Mauro Al







2 comentarios:

  1. Hay que ver,con las cigalitas y los tiburones, Mauro el tiempo pasa volando, y te acordarás de "pobrecitos" se lo tienen ganado, despues de toda una vida..... el mundo es de ellos, alli llegarás.... ja ja ja, claro que yo camino de ello, aún los veo como tu, que ilusa, uno cree que el tiempo pasa para los demas y no para uno.
    Un besito merche

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