No sé si llamarlo locura, insensatez experimento o cuantos
adjetivos relacionados con lo no sensato le queramos poner.
La mayoría de los grandes logros de la humanidad han sido
precedidos de riesgos para la vida de sus protagonistas.
La conquista del
Everest por Edmund Hillary y Tenzing Norgay o la conquista del polo sur por el
noruego Roald Amundsen en 1.911 así lo
atestiguan.
En este caso el objetivo era lanzarse en caída libre desde
39 Km de altura o sea desde la estratosfera intentando sobrepasar la barrera
del sonido como así fue a 1.340 Km por hora que cojones tiene la cosa.
Nada más tener conocimiento de este experimento y saber que
iba a ser retransmitido por televisión en directo estuve atento para no
perdérmelo.
Oyendo la radio la noche anterior en un rato de desvelo, me
encontré que estaban entrevistando a un ingeniero astrofísico que relataba los
motivos técnicos por los que este experimento debería de salir bien. La última
pregunta del periodista fue ¿pero se va a matar o no? y esa misma pregunta
seguro nos la hicimos todos los que seguíamos la caída.
El riesgo de matarse siempre existía pero en un porcentaje
creo yo más pequeño que el que se nos hizo creer. Desde el centro de control
tenían medios para poner en marcha diversos paracaídas y estabilizadores si la
caída no salía bien.
Impresionaba ver desde la cámara exterior de la capsula que
le subió, lo que Félix igualmente veía en esos momentos.
Para un tío como yo que siempre le ha costado tirarse de un
trampolín es fácil pensar que Félix se rajaría en el último momento, se
encerraría otra vez en la capsula y se volvería con el rabo entre las piernas,
pero no, este tipo esta empeñado en
realizar las máximas locuras imaginables desde altura con su titulo de
paracaidista.
Enfocando las cámaras de televisión a sus padres mientras su
retoño caía, se pudo comprobar cómo la madre estaba medianamente nerviosa pero
el padre estaba más a gusto sentado en la silla que un perro con dos colas, aunque la procesión le fuera por dentro y que luego digan que las madres de los
toreros sufren..
Viendo los últimos minutos de la caída ya con el paracaídas
desplegado me atrevería a apostar que si
le hubieran pintado una cruz en la inmensidad del desierto de Nuevo México, ahí hubiera aterrizado, tal
era la precisión del salto.
Otra de las preguntas que me hago es: Tantos botes de Red Bull
vende esta empresa para poder financiar este experimento con la cantidad de
dinero que vale y a la vez patrocinar una de las principales escuderías de la fórmula
1.
Parece ser que los
objetivos de esta misión se dividían entre científicos y publicitarios. Los
científicos dicen que les han conseguido, ahora los publicitarios los han
rebasado con creces. Si la cosa hubiese salido mal y Félix Baumgarner se hubiera dado el piñazo de su vida, las
cámaras tenían previsto cortar la retransmisión en el momento.
Todo afortunadamente salió bien, se logro demostrar que el
ser humano está preparado para tirarse desde más de 39.000 metros sin que le
pase nada y lo que seguro quedo claro también con el salto, es que Félix Baumgarner tiene los huevos más
grandes que el caballo de Espartero.
Un saludo a todos :
Mauro Al
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