sábado, 12 de enero de 2013

LISBOA



Siguiendo la costumbre empezada las navidades pasadas y que tan buen regusto me quedo  de hacer un viajecito en navidades, este año decidimos como destino Lisboa.
Como hice el pasado año con el viaje a Bruselas, relatare lo que ha sido nuestro viaje, al estilo “españoles por el mundo” por si puedo dar una pista a alguien que se decida a visitar Lisboa próximamente.

Lo primero de todo avisar a quien vaya a visitar esta ciudad  que deje los tacones en casa porque dicha ciudad es un canto a la figura del adoquín, empedrado éste que se haya por toda la ciudad para disfrute de mis ojos y castigo de mis tobillos. La ciudad está toda en cuesta por lo que el medio más práctico y más típico de moverse es en sus viejos tranvías. También la ciudad dispone de una fácil de utilizar red de metro.

La elección del hotel fue un éxito y completamente al azar. Escogimos en HF Fénix Lisboa (4*) ubicado en la céntrica y bonita plaza  del Marqués de Pombal. Llegamos a la hora del mediodía y esa primera tarde la dedicamos a visitar el centro de la ciudad, más concretamente los barrios de Baixa y Chiado, digamos para el que no lo conoce, el casco antiguo. En esa zona que seguro es la que mas ajetreo tiene de la ciudad se hace imprescindible visitar La plaza del Comercio, La plaza del Rossio, el famoso elevador de Sta. Justa y tomar un café en el famoso “Café  A´Brasileira” que por cierto es de los mejores que he tomado.

El segundo día le comenzamos visitando los barrios de Alfama y Moreria, barrio éste muy viejo y  de estrechas callejuelas que aunque dicen no es seguro del todo de visitar, puedo dar fe de que en ningún momento observé nada raro y mira que trasteamos de arriba abajo, se llega a ese barrio en el famoso tranvía 28 que circunda la ciudad y que por 1´40€ puede hacer similar trayecto a los tranvías turísticos que cuestan 18€.

El dichoso y vetusto tranvía es un desafío al equilibrio, si como es normal no encuentras asiento libre ya que van atestados de gente. Las células ciliadas de mi oído se dieron  cuenta enseguida de que dicho tranvía por su antigüedad carecía de megafonía y las paradas las iba avisando el vozarrón de un cabreado conductor. En dicho barrio comimos en un buen restaurante compartiendo mesa con un simpático curilla con el que Lourdes se paso toda la comida hablando de Iglesias y mas Iglesias, por lo que pude centrarme en no clavarme en el fondo del gaznate una de las esplendidas y afiladas espinas de un rico trozo de bacalao frito, encebollado y aliñado con patatas, jamón y langostinos, plato éste típico de Portugal.  Como escarpias se me pusieron los pelos al oírles hablar de una alejada pero muy bonita y poco visitada Iglesia tremendamente alejada de donde nos encontrábamos y es que empezaba a tener los primeros sintomas de tobillitis por tanto trajín por los dichosos adoquines.

La tarde la pasamos visitando el Parque de las Naciones, lugar donde se celebro la exposición universal de 1.998. Destacar de ese lugar sus bonitos jardines, la iluminación nocturna, el centro comercial Vasco De Gama  y el oceanario el cual acabamos visitando para disfrute de mi hijo y mío y la desgana de Lourdes ya que allí había peces y no Iglesias.

El siguiente día por la mañana le pasamos en el barrio de Belem al que por estar a las afueras de la ciudad  pudimos llegar cogiendo un autobús municipal  en poco menos de media hora. Imprescindible visitar el monasterio de los Jerónimos, la famosa torre de Belem y el monumento a los descubridores. Preciosa también la vista a la desembocadura del rio Tajo y mas en un día soleado como el que nos encontramos. Comimos como no podía ser de otra manera los famosísimos  pastelillos de Belem, que la verdad buenos sí que están pero no como para soltar palomas. La vuelta la hicimos en una nueva y moderna línea de tranvías donde pudimos ver haciendo su trabajo uno de los famosos carteristas de Lisboa que de tonto que era se le notaba el oficio a la legua.

Por la tarde volvimos para el centro, esta vez para visitar el barrio Alto donde pudimos ver como no podía ser de otra manera una de las pocas Iglesias que nos quedaban por ver, en este caso la basílica de La Estrella.

El último día salimos a 30 Km. para ver el turístico pueblo de Sintra donde es típico visitar si se tiene vocación de escalador, el castillo de los Moros desde el que se tienen unas vistas impresionantes por estar en lo más alto de unas colinas. La otra visita imprescindible en Sintra es el palacio  Da Pena perfectamente conservado por dentro, que da cuenta con todo el mobiliario original, del lujo  que se gastaban los Reyes Portugueses por aquellos tiempos. La visita a ese pueblecillo nos llevo toda la mañana de idas y venidas y de subidas y bajadas.

Por la tarde visitamos Estoril, visita esta brevísima porque poco tiene que ver sino la playa y por fuera el famoso casino (no recomiendo esa visita).  Después visitamos la cercana y costera población de Cascáis, antiguo pueblo de pescadores por el que merece la pena dar un paseo. Y con eso y media hora de vuelta para el hotel, a hacer las maletas porque al día siguiente regresábamos a nuestro querido pucela.

En definitiva y para resumir, una bonita ciudad digna de visitar con un clima suave, una gente de buen carácter, unos precios similares a los que tenemos en Valladolid, una red de transporte fácil de utilizar y a unas cinco horas y media de viaje por autovías  ahora de peaje del que por desconocimiento de su funcionamiento nos libramos y eso mi bolsillo lo agradeció porque era un pico.

No está de más que repita el consejo que sugerí al principio de este artículo y es que como todavía no han instalado en Lisboa el “carril-tacón” abstenerse las féminas de llevar este tipo de calzado.

Un saludo Mauro Al.

                                                                    Barrio Moreria

                                                            Plaza del Comercio

                                                             Puente 25 de abril

                                                              Estación de Lisboa.

                                                            Elevador de Sta. Justa

                                                          Monasterio de los Jerónimos

                                                          Torre de Belem

                                                            Tipico tranvia 28

                                                          Castillo de los Moros (Sintra)

                                                        Palacio "Da Pena"    Sintra.

                                                           Casino de Estoril

1 comentario:

  1. Muy bien Mauro, me imagino que Lourdes no iria con sus tacones...... pero no te comiste por mi el pastelito de belen?, todo eso es precioso y si hubieses ido a comer donde yo te dije te habria encantado, para otra vez, sigue contandonos cosas... un beso de Merche para ti y para Lourdes

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